sábado, 4 de diciembre de 2010

El Ego








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EL Ego...

by Ram Das on Tuesday, November 30, 2010 at 6:05am


Lo sencillo no supone un reto para el ego del ser humano; lo difícil sí es un reto, y lo imposible un reto de verdad. Se puede saber hasta qué punto deseas un ego grande por el reto que hayas aceptado, por tu ambición: es mensurable; pero lo sencillo carece de atractivo para el ego, supone la muerte del ego. Y el hombre ha elegido las complejidades incluso donde no hay necesidad de complejidad, por la sencilla razón de que con ella puede seguir desarrollando y fortaleciendo su ego. Se hace cada día más importante en la política, la religión, la sociedad, en todo.

Toda la psicología está orientada a fortalecer el ego. Incluso esos idiotas de psicólogos se empeñan en que la persona necesita un ego fuerte, y por eso la educación es un programa para fomentar la ambición mediante castigos y premios, para llevarte por un determinado camino. Tus padres esperan demasiado de ti desde el principio. Pueden pensar que les ha nacido un Alejandro Magno, o que su hija no es ni más ni menos que la reencarnación de Cleopatra. Los padres te condicionan desde el principio para que, a menos que demuestres tu valía, seas un inútil. Al hombre sencillo se le considera un simplón.El hombre sencillo no ha sido hasta ahora el objetivo de la sociedad humana. Y el hombre sencillo no puede ser el objetivo, porque nacemos sencillos. Todo niño es sencillo, como una pizarra en blanco. Después, los padres empiezan a escribir en esa pizarra lo que debe ser el niño con el tiempo. Después los profesores, los sacerdotes, los dirigentes... Todos se empeñan en que seas alguien, porque si no, habrás malgastado tu vida. Y resulta que es justo lo contrario.







Eres un ser. No necesitas convertirte en otro. En eso consiste la sencillez: seguir a gusto con nuestro propio ser y no iniciar el interminable camino de convertirse en otro. En ningún sitio llegarás a pensar: «Ha acabado el viaje. He llegado a la cima que deseaba». Nadie ha sido capaz de hacer eso en el transcurso de la historia de la humanidad, por la sencilla razón de que el hombre se mueve en un círculo, de modo que siempre hay alguien por delante de ti en un sentido u otro. Puedes llegar a presidente de Estados Unidos, pero ante Mohamed Alí te sentirás inferior. No posees esa fuerza animal. Si Mohamed Alí le da un buen puñetazo en la nariz a Ronald Reagan, lo tumba. Puedes llegar a primer ministro de un país, pero ante Albert Einstein parecerás un pigmeo, no un primer ministro, sino un pigmeo. La vida es multidimensional. Resulta imposible extenderse en todas direcciones y ser el primero en todo. Es absolutamente imposible; la existencia no funciona así.

El ego es la enfermedad del ser humano. Por ciertos intereses, hay gente que desea que sigas enfermo. No quieren que seas sano y completo, porque ser sano y completo representa un peligro para esos intereses creados. Por eso nadie quiere ser sencillo, nadie quiere ser un don nadie. Y mi propuesta consiste en que debes sentirte a gusto contigo mismo, que debes aceptar tu ser. Convertirse en otro es la enfermedad, y ser, la salud. Pero ser sencillo, completo, sano, gozoso, es algo que no has probado. Esta sociedad no te ha dejado en paz un solo momento, y únicamente conoces un camino, el camino del ego.

Te han dicho que tienes que ser un Jesucristo. Existen sociedades que intentan que todos sean dioses. ¡Qué mundo tan demente! Tenéis que escapar de esa programación. Si queréis disfrutar, relajaros, sentir paz y experimentar la belleza de la existencia, tiene que desaparecer ese falso ego. No quiero quitaros nada más. Solo deseo quitaros el ego, que al fin y al cabo es una fantasía. Y también quiero daros vuestro ser. Naturalmente, no tengo que dároslo, puesto que ya lo tenéis. Solo hay que espabilaros para que despertéis a la enorme belleza de la inocencia. No se arriesga nada, y vais en pos de unas sombras que nunca alcanzaréis, mientras olvidáis todos los tesoros que habéis traído al mundo con vosotros. Antes de satisfacer el ego, la muerte habrá acabado con vosotros. La vida es demasiado corta y no debe desperdiciarse en juegos tan estúpidos como el del ego. Y solo es cuestión de comprensión. 

Osho.


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Tomado de.. pd.. gracias x compartilo =)


del Sitio Web ElBlogAlternativo
Moussa Ag Assarid es el mayor de trece hermanos de una familia nómada de tuaregs. Nació al norte de Mali hacia 1975 y en 1999 se trasladó a Francia para estudiar. Es autor de “En el desierto no hay atascos”, donde describe su fascinación y perplejidad ante el mundo occidental.“Tenéis de todo, pero no os basta. Os quejáis. Aquí tenéis reloj, allí tenemos tiempo.
En el desierto no hay atascos, ¿y sabe por qué? ¡Porque allí nadie quiere adelantar a nadie!”


A continuación está la entrevista que concedió en Barcelona, a Víctor M. Amela, de “La Vanguardia”.


No sé mi edad: nací en el desierto del Sahara, sin papeles…!

Nací en un campamento nómada tuareg entre Tombuctú y Gao, al norte de Mali. He sido pastor de los camellos, cabras, corderos y vacas de mi padre. Hoy estudio Gestión en la Universidad Montpellier. Estoy soltero. Defiendo a los pastores tuareg. Soy musulmán, sin fanatismo.

¡Qué turbante tan hermoso…!
Es una fina tela de algodón: permite tapar la cara en el desierto cuando se levanta arena, y a la vez seguir viendo y respirando a su través.

Es de un azul bellísimo…

A los tuareg nos llamaban los hombres azules por esto: la tela destiñe algo y nuestra piel toma tintes azulados…

¿Cómo elaboran ese intenso azul añil?

Con una planta llamada índigo, mezclada con otros pigmentos naturales. El azul, para los tuareg, es el color del mundo.

¿Por qué?

Es el color dominante: el del cielo, el techo de nuestra casa.

¿Quiénes son los tuareg?

Tuareg significa “abandonados”, porque somos un viejo pueblo nómada del desierto, solitario, orgulloso: “Señores del Desierto”, nos llaman. Nuestra etnia es la amazigh (bereber), y nuestro alfabeto, el tifinagh.

¿Cuántos son?

Unos tres millones, y la mayoría todavía nómadas. Pero la población decrece… “¡Hace falta que un pueblo desaparezca para que sepamos que existía!”, denunciaba una vez un sabio: yo lucho por preservar este pueblo.

¿A qué se dedican?

Pastoreamos rebaños de camellos, cabras, corderos, vacas y asnos en un reino de infinito y de silencio…

¿De verdad tan silencioso es el desierto?


Si estás a solas en aquel silencio, oyes el latido de tu propio corazón. No hay mejor lugar para hallarse a uno mismo.

¿Qué recuerdos de su niñez en el desierto conserva con mayor nitidez?

Me despierto con el sol. Ahí están las cabras de mi padre. Ellas nos dan leche y carne, nosotros las llevamos a donde hay agua y hierba… Así hizo mi bisabuelo, y mi abuelo, y mi padre… Y yo. ¡No había otra cosa en el mundo más que eso, y yo era muy feliz en él!

¿Sí? No parece muy estimulante...

Mucho. A los siete años ya te dejan alejarte del campamento, para lo que te enseñan las cosas importantes: a olisquear el aire, escuchar, aguzar la vista, orientarte por el sol y las estrellas… Y a dejarte llevar por el camello, si te pierdes: te llevará a donde hay agua.


Saber eso es valioso, sin duda…

Allí todo es simple y profundo. Hay muy pocas cosas, ¡y cada una tiene enorme valor!

Entonces este mundo y aquél son muy diferentes, ¿no?

Allí, cada pequeña cosa proporciona felicidad. Cada roce es valioso. ¡Sentimos una enorme alegría por el simple hecho de tocarnos, de estar juntos! Allí nadie sueña con llegar a ser, ¡porque cada uno ya es!

¿Qué es lo que más le chocó en su primer viaje a Europa?

Vi correr a la gente por el aeropuerto.. . ¡En el desierto sólo se corre si viene una tormenta de arena! Me asusté, claro…

Sólo iban a buscar las maletas, ja, ja…

Sí, era eso. También vi carteles de chicas desnudas: ¿por qué esa falta de respeto hacia la mujer?, me pregunté… Después, en el hotel Ibis, vi el primer grifo de mi vida: vi correr el agua… y sentí ganas de llorar.

Qué abundancia, qué derroche, ¿no?

¡Todos los días de mi vida habían consistido en buscar agua! Cuando veo las fuentes de adorno aquí y allá, aún sigo sintiendo dentro un dolor tan inmenso…

¿Tanto como eso?

Sí. A principios de los 90 hubo una gran sequía, murieron los animales, caímos enfermos… Yo tendría unos doce años, y mi madre murió… ¡Ella lo era todo para mí! Me contaba historias y me enseñó a contarlas bien. Me enseñó a ser yo mismo.

¿Qué pasó con su familia?

Convencí a mi padre de que me dejase ir a la escuela. Casi cada día yo caminaba quince kilómetros. Hasta que el maestro me dejó una cama para dormir, y una señora me daba de comer al pasar ante su casa… Entendí: mi madre estaba ayudándome…

¿De dónde salió esa pasión por la escuela?

De que un par de años antes había pasado por el campamento el rally París-Dakar, y a una periodista se le cayó un libro de la mochila. Lo recogí y se lo di. Me lo regaló y me habló de aquel libro: "El Principito". Y yo me prometí que un día sería capaz de leerlo…

Y lo logró.

Sí. Y así fue como logré una beca para estudiar en Francia.

¡Un tuareg en la universidad!

Ah, lo que más añoro aquí es la leche de camella… Y el fuego de leña. Y caminar descalzo sobre la arena cálida. Y las estrellas: allí las miramos cada noche, y cada estrella es distinta de otra, como es distinta cada cabra… Aquí, por la noche, miráis la tele.

Sí… ¿Qué es lo que peor le parece de aquí?

Tenéis de todo, pero no os basta. Os quejáis. ¡En Francia se pasan la vida quejándose! Os encadenáis de por vida a un banco, y hay ansia de poseer, frenesí, prisa… En el desierto no hay atascos, ¿y sabe por qué? ¡Porque allí nadie quiere adelantar a nadie!

Reláteme un momento de felicidad intensa en su lejano desierto.

Es cada día, dos horas antes de la puesta del sol: baja el calor, y el frío no ha llegado, y hombres y animales regresan lentamente al campamento y sus perfiles se recortan en un cielo rosa, azul, rojo, amarillo, verde…

Fascinante, desde luego…

Es un momento mágico… Entramos todos en la tienda y hervimos té. Sentados, en silencio, escuchamos el hervor… La calma nos invade a todos: los latidos del corazón se acompasan al pot-pot del hervor…Qué paz…
Aquí tenéis reloj, allí tenemos tiempo.



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¡Liberate del ego!

Tomado de..  


del Sitio Web ElVirajeHaciaLaLuz    http://elvirajehacialaluz.blogspot.com/




Quienes están en la “búsqueda” interna, habrán advertido ya a ese astuto e intrigante aspecto de la personalidad que nos lleva a creer que, o somos lo máximo, la última maravilla del universo… o que valemos poco menos que un escarabajo, como el personaje de “La Metamorfosis” de Kafka.

Producto de este mundo dual, el ego se hace presente desde que retornamos a una experiencia más en este plano de las mil formas y falacias de “Maya”, el sutil velo que nos conduce a creer en la “realidad” de la separación y el sufrimiento en esta vida.

Es la “conciencia” de este plano en donde aprender a ver contrarios y opuestos, resulta totalmente natural. Desde pequeños aprendemos a juzgar todo como bueno o malo, apetecible o repugnante, claro u oscuro, bello o desagradable.

Conforme cobramos conciencia, nos damos cuenta que el ego no es más que un triste remedo de nuestro verdadero "Yo Interno". Cuando el ego juzga y compara, el espíritu acepta sin condiciones. Si el ego condena, el espíritu libera. Mientras el ego recrimina, el espíritu incentiva y alienta. El ego ensalza y enardece, en tanto que el espíritu te calma y te lleva a vivir en paz…



Al darte cuenta que "el mal" no existe, que es una idea que el ego ha sembrado en tu mente, recapacitas y adviertes que la “separación” tampoco es real. Que lo real es la unión, la Unicidad en el Todo, y que la integración y el fin común de todo hálito de vida en el universo, es el retorno a casa. A la reconquista de nuestra verdadera esencia: la Luz.

Gerald G. Jampolsky, psiquiatra y gran seguidor de "Un Curso de Milagros", dice en su libro: “De la Oscuridad a la Luz”: “El camino del ego es hacernos olvidar a Dios, al adherirnos y atarnos a la gente y a las cosas… El camino del espíritu es hacernos recordar a Dios al no tener ataduras, y al dar nuestro amor incondicional a todos”.


Entre los clásicos dictámenes del ego encontramos: necesitas tener a alguien que te quiera y que casi se vuelva posesión tuya, para sentirte seguro socialmente… Para ser un “triunfador” en la vida, debes poseer deslumbrantes maestrías y doctorados… El “status” social y económico es esencial en tu vida… Más vale andarte con cuidado porque la gente es traicionera y sólo quiere tomar ventaja de ti… El mundo está lleno de peligros y mezquindades…

Es decir, que el panorama de “atrocidades” que el ego nos presenta es interminable. Ya es tiempo que cobremos conciencia definitivamente para revelarnos ante tales miedos y falacias, dándonos cuenta que somos luz y amor, para fundirnos y con-fundirnos con el resto de los seres, y el universo. Es tiempo de hablar alto y sin miedos, porque es el espíritu quien se expresa a través de nosotros.

Nunca más temeremos dar amor, reconocimiento, ánimo, una palabra de aliento a los demás, porque es de lo que todos nos nutrimos y de lo que tanto está necesitado este mundo. De Luz, de entusiasmo, de buenas vibraciones. Eso que sólo existe y surge desde el corazón, y que es tan fácil… ¡y gratuito para compartir!

Ya es tiempo de sacar al ego por la puerta el olvido, bajo consigna de no retorno. Sabemos que es empecinado, tratará de regresar a nuestra casa para reinstalarse en nuestro interior día con día. Pero habrá que redoblar cuidados y no dejar que nos amedrente más con sus miedos y temores. Con la bandera del amor y la confianza en la vida y el universo, tu sendero no puede más que ir como por sobre ruedas.


El universo se hará cargo de ti cuando lo único que hagas a partir de ahora sea compartir los dones que portas en tu talega: tiempo para compartir con los demás, un oído atento para escuchar las vicisitudes ajenas, un corazón abierto para celebrar la feliz noticia del vecino, fe y entusiasmo para prodigarlos con algunos fatigados peregrinos…

No tendrás más temores porque sabrás que si das, encontrarás un corazón animoso capaz de responder de la misma manera. Porque en vez de amenazas verás oportunidades. En vez de ventanas cerradas encontrarás puertas abiertas. En lugar de gestos melancólicos, recibirás multitud de francas sonrisas. Lejos de carencias, encontrarás desbordante abundancia por doquier. Y, a cambio de tristeza y desesperanza, vendrán a tu encuentro actitudes de fe, plenas de confianza.

Al cambiar de “consejero”, al romper las ataduras del ego y abrir la conciencia a tu "Voz Interior", podrás unirte nuevamente a las palabras de Gerald G. Jampolsky, al decir: “creo que solamente existe una atadura que nos puede salvar y que puede darle paz al mundo, y es la atadura de darnos Amor Incondicional los unos a los otros…”

Elvira G.





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